lunes, 18 de agosto de 2008

Juan CARAMUEL el " Leibniz espa�ol"


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Caramuel y la imprenta

La primera obra espa�ola sobre la imprenta anticipa temas de indizaci�n, propiedad intelectual, dominio p�blico, normalizaci�n bibliogr�fica, pirater�a e incluso ordenanzas laborales...

Jos� Antonio Mill�n

Juan Caramuel (1606-1682), a quien se ha llamado "El Leibniz espa�ol", fue una de las personalidades m�s curiosas de nuestro siglo XVII. Public� unas sesenta obras de las m�s de doscientas que escribi�, sobre una infinidad de temas. Se le recuerda por sus laberintos barrocos y todo tipo de artificios verbales, de un fuerte tinte oulipano avant la lettre, pero es menos conocido el hecho de que a �l se debe la primera descripci�n impresa del sistema binario:

The first published discussion of the binary system was given in a comparatively little-known work by a Spanish bishop, Juan Caramuel Lobkowitz, Mathesis biceps (Campaniae, 1670) pp. 45-48: Caramuel discusses the representation of numbers in radices 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 12, and 60 at some length, but gave no examples of arithmetic operations in nondecimal systems (except for the trivial operation of adding unity).
Donald E. Knuth, The Art of Computer Programming, vol. 2: Seminumerical Algorithms, p. 183.

Caramuel es tambi�n conocido por su amistad con el jesuita Atanasius Kircher. Precisamente Men�ndez Pelayo compara a ambos cuando dice de Caramuel:

Pol�grafo incansable y de grande originalidad en las ciencias filos�ficas, pero de esp�ritu tan err�tico y vagabundo, tan dado a raras especulaciones y tan desmedidamente ingenioso y sutil, que s�lo con su contempor�neo el P. Kircher podemos compararle.

A Caramuel y Kircher (y a otros ingenios de su �poca) es com�n la preocupaci�n por la lengua universal, lo que les llev�, entre otras cosas, a interesarse por el chino ?con las consecuencias para la historia de la imprenta que luego veremos. De hecho el creador del esperanto L. L. Zamenhof cita a ambos en su libro Fundamenta Krestomatio, entre los precursores de la idea de lengua universal.

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Detalle de uno de los juegos de imagen y palabra de Caramuel

El Syntagma de arte typographica apareci� en el cuarto tomo de su Theologia Moralis fundamentalis, publicado en Lyon en 1694. �Nuestro primer tratado sobre la imprenta resulta ser una obra teol�gica? No extra�ar�, cuando el V Concilio de Letr�n hab�a declarado (en su sesi�n del 4 de mayo de 1515) que "esta invenci�n m�s se debe a la inspiraci�n divina que al ingenio humano", y cuando la perspectiva que aporta es claramente �tica (v�ase su subt�tulo: "de los deberes de cuantos publican libros o participan en su edici�n").

Caramuel ten�a amplia experiencia editorial ("desde el a�o de 1618 vengo tratando con impresores"), y adem�s era muy inteligente, de modo que en su Tratado, cuando se aburre de acarrear datos de segunda mano sobre la historia de la escritura y sus soportes, empieza lo bueno. Primero viene su precisa distinci�n entre la impresi�n continua (estampaci�n de una plancha) y la discreta:

los historiadores todav�a confunden gravemente dos tipos de impresi�n distintos que por falta de terminolog�a llamaremos "continuo" y "discreto". Con la expresi�n "forma continua" nos referimos a una plancha? en la que se graba un determinado discurso; en la "forma discreta" se procede a partir de elementos independientes cada uno de los cuales est� representado por una sola letra.

Esta forma, compuesta por "varios elementos, con diversos tipos en cajetines independientes", es la propiamente gutenberguiana. Este sistema no lo conocen los chinos, "ni siquiera pueden servirse de �l, porque, teniendo treinta mil tipos o m�s, �qu� caja podr�a contenerlos?".

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La caja con los tipos
(Madrid, abril, 2004)

Luego pasa a exponer trucos para la impresi�n bicolor, que descubri� con su impresor en Praga. Tambi�n se ocupa de cuestiones que hoy llamar�amos de "normalizaci�n bibliogr�fica" sobre uso de cursivas en las citas de obras, o sobre la numeraci�n de las p�ginas, o habla sobre la tipograf�a que hay que usar para t�tulos y subt�tulos. Como se ve, no hay cuesti�n interna o externa sobre la que no tenga su ?con frecuencia razonada? opini�n.

Un tema central es el de los �ndices (que en el momento de escribir el Syntagma llevaban ya siglos de desarrollo): contra quienes los critican ("porque han hecho a los te�logos ociosos e ignorantes: quienes le�an antes toda la Biblia, desisten ahora de este trabajo, fiados de las concordancias") afirma la bondad de la herramienta: "Hoy en d�a un aprendiz logra lo que a duras penas alcanzaba antes un sabio".

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De Infantes (1981)

Como no pod�a menos de ser, tiene su m�todo propio de confecci�n de �ndices, que expone en unos p�rrafos deliciosos: "Tercero: ordena que con unas tijeras se recorte cada ep�grafe. Ordena, he dicho, no haz, pues se trata de un trabajo mec�nico". Por �ltimo, su anhelo de un sistema fiable de referencia le hace a�orar el imposible de unir toda su copiosa obra bajo "una serie �nica de numeraci�n" (el Syntagma est� dividido en diecisiete "Art�culos", pero tambi�n en secciones, que van de la 3201 a la 3254).

Los requisitos legales de impresi�n de los libros le llevan a ocuparse de las licencias: imperiales, reales, can�nicas e incluso ?para autores de alguna orden religiosa, caso bien frecuente en la �poca? de su superior. Sigue tratando el tema de la impresi�n de libros (in�ditos o no) sin permiso del autor, con un esbozo del tema del dominio p�blico ("Libros... que ya no se imprimen por estar muerto el Autor, y no aver herederos, que traten dello, y entonces podr� seguramente imprimirle el Impressor por raz�n del bien com�n"). Las erratas ("con raz�n llam� Novarini a la imprenta ?oficina de errores?"), �e incluso la pirater�a de impresores que sacan ejemplares de m�s ("Y cuando la ciudad o la regi�n est� llena de libros, te devuelven tus ejemplares, porque no pueden venderlos")!

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La operaci�n de entintado
(Madrid, abril, 2004)

El genio teol�gico de Caramuel brilla especialmente en la discusion sobre "Si los que trabajan en la imprenta pueden hacerlo los d�as de fiesta". Estos se divid�an en cajistas, que compon�an textos, e impresores (que entintaban y manejaban la prensa). Para Caramuel, componer es como escribir, "porque lo mismo vale escribir o transcribir con caracteres trazados por mano propia como con tipos de plomo fundidos por otro", constituyendo por tanto un arte liberal (no sujeta a prohibici�n de trabajar en festivo), mientras que los impresores, arte mec�nico, deben observar el preceptivo descanso.

Por fin se examina la cuesti�n de si es l�cito que corregir los errores, doctrinales o cient�ficos, de un autor antes de imprimir su libro, para terminar con unas consideraciones sobre la dedicatoria. As�, desde los umbrales del texto hasta la salud espiritual de quienes lo difunden, nada se escapa a la perspicacia de Caramuel...

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De Infantes (1981)


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3 comentarios:

Bingo dijo...

Te cuento que a Caramuel no lo había escuchado mencionar. De verdad que me encato leer el articulo, un personaje realmente influyente! Un fuerte abrazo!

Sevilla en Salsa dijo...

No puedo leer bien la entrada. Segun algunas personas del ambito cientifico se dice que Leibniz es la persona más inteligente de las que ha habido... en ciencia

Anónimo dijo...

Hola, Interesante, no va a continuar con este artнculo?.

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